La guerra, la maldita guerra, a veces, da lecciones de supervivencia. De lo mejor de la Humanidad y la ciencia también. Uno de los episodios que más ha sorprendido al mundo, es el rescate de las belugas Miranda y Plombir, 14 y 16 años, respectivamente. Su exitoso transporte desde Jarkov a Valencia... Siendo animales tan sensibles, habían pasado por severas penurias. Desde la restricción de alimento, primero; hasta su traslado, recorriendo 3.931 km. Ahora están siendo estudiados minuciosamente. Nos lo explica, con pasión, Daniel García-Párraga, director de Operaciones Zoológicas del Oceanogràfic. «Las pusimos en un tanque independiente». Se comenzó con múltiples pruebas. Su diagnóstico... Negativo en enfermedades infecciosas, tras las pruebas de serología y moleculares. «Sus únicas dificultades eran a nivel renal, la urea y la creatinina alta... Pero ya están mejor». No llegaron en el mejor estado, por la desnutrición que padecieron.
«Están un poco delgaditas, llegaron con bajo peso porque tuvieron que restringirles la dieta. No tenían pescado suficiente. Los suministros en Jarkov estaban comprometidos y para que no pasaran hambre, les redujeron el alimento a la mitad». Ya van recuperando peso. «A nivel inmunitario... sus glóbulos blancos están bien». No sólo en el conteo, sus defensas actúan. Tampoco tenían ninguna enfermedad transmisible.
Arribaron por la noche del 18 de junio y su vida ha cambiado para mejor. «Han estado jugando. Se llevan bien con los entrenadores... En Ucrania tenían una sola piscina donde vivían con delfines. Ahora tienen cuatro». Pero sólo usan una. Son tímidas. «Deben haber vivido una experiencia traumática, seguro, porque estuvieron en riesgo en Ucrania. Por los bombardeos».
Miranda y Plombir ya han sorprendido a los investigadores. Porque hablan de un modo diferente... «Llevamos varios años trabajando en el lenguaje de las belugas. La investigadora norteamericana Audra Ames estudia básicamente su modo de comunicarse. Desde cómo una cría de beluga aprendió a contactar con la madre». Qué tipo de sonido emiten, las llamadas de contacto entre las crías y las mamás. «Así, podemos aprender desde el día cero, desde que nace, cómo aprenden a hablar para explicarlo coloquialmente...».
Pero, recalca, las belugas ucranianas lo hacen de modo diferente. No ha sido fruto del azar. Es pura ciencia. «Sabiendo que iban a venir nos preparamos para estudiarlas a su llegada con hidrófonos, o micrófonos subacuáticos. Y así saber su dialecto. Cómo van adaptando su lenguaje». Es un hallazgo acerca de lo que se sabe de estos cetáceos. «Queríamos saber si las ucranianas adoptaban vocablos de las de Valencia. O viceversa».
Y llegó la sorpresa. «Al estudiar cómo hablan las belugas ucranianas, descubrimos que se comunican con silbidos de delfines. Es la primera vez que se reporta. No utilizan el tipo de lenguaje que emplean las belugas en los acuarios o en el mar. En lo que se denominan llamadas de contacto, las ucranianas utilizan —en cuanto al espectro y la composición— unos silbidos más parecidos a los de los delfines».
¿Por qué? «Ha sucedido, muy probablemente, porque las llevaron a Ucrania muy chiquititas y las juntaron con un grupo de delfines. Esa es la hipótesis». Queda mucho por saber. El siguiente milagro en su vida será saber si pueden aprender el lenguaje de las belugas valencianas. También si, en cambio, éstas aprenden de las ucranianas el habla de los delfines. Paso a paso. Lo maravilloso es que, considerando que llegan al medio siglo de edad, hay tiempo para descubrirlo. Otro milagro por desvelar.